“La tarea más importante y hermosa de la vida consiste en lograr ser la parte humana de Dios en la tierra.
El mayor desafío es aprender a respetar y alentar la forma que cada ser trae en cada una de sus células, desde el primer momento de nacer”
Carina Tacconi
La primera parte: darnos cuenta de la perfección de la imperfección.
Introducción al video.
Se dice que para encontrarse a veces hay que perderse. La confirmación de lo que uno es, crece cuando hemos experimentado también lo que no somos. Lo peligroso puede ser alejarnos tanto de casa y perdernos definitivamente.
Hemos experimentado hasta hoy lo que no somos en esencia. Armamos nuestra vida creyendo que nacíamos carentes y que para ser “alguien” debíamos aceptar para el yo social la forma que determinaba la sociedad y para la forma afectiva, los modelos vinculares que aprendimos de nuestros padres.
El resultado final está a la vista un vacío a pesar de los excesos de cosas innecesarias y un alejamiento de lo esencial que nos lleva a poseer de todo, menos a nosotros mismos.
Tocamos en este tiempo, el límite de la incorporación, tuvimos mucho y cuanto más tenemos más vacio experimentamos y más destrucción a la naturaleza que nos sostiene.
Pero todo lo vivido fue perfecto, para VERNOS y RECONOCER lo que hemos sido capaces de crear y vivir.
La realidad que creamos, la educación, la salud, los sistemas de organización y distribución de riqueza son perfectos. No para perpetuarlos. Son perfectos para comprobar los grados de destrucción que el hombre es capaz de generar cuando se atreve a imponer sus reglas por encima de las reglas de la naturaleza que nos gobierna y nos da la vida.
Todo lo vivido ha de servirnos para aprender y confirmar lo que no hemos sabido hacer, lo que estamos invitados a aprender, las creencias que debemos soltar, las decisiones que hemos de tomar, el poder interior que poseemos y el propósito para el que lo vamos a usar.
Creamos un sistema educativo que hizo posible dar origen y sostener la cultura universal en la que vivimos hoy. Esta cultura nos permitió mucho avance en un sentido y mucha destrucción y desigualdad en otro. El aspecto esencial natural es el más deteriorado.
Ahora toca recrear. Y en este proceso es imprescindible atrevernos a VER sin mentirnos, por más desestructurador que nos resulte.
Reconocer aquello que cómo humanidad no necesitamos experimentar más y dar rienda suelta a la creatividad y el amor elevado que defiende la vida.
Lo más hermoso de este proceso es que tenemos todo para hacerlo, nos espera en nuestro interior, la abundancia, ella pulsa sin parar, está viva. Solo tenemos que aprender a mirar hacia dentro y trabajar en el rescate del ser esencial.